El
estudio de la filosofía determina, por encima de todo ello, adoptar una actitud
intelectualmente inquieta ante la cantidad de cuestiones y circunstancias que
dicha vida cotidiana plantea; y en valerse del conocimiento filosófico
adquirido en ese proceso educacional, para colocarse en mejores condiciones de
afrontar los problemas de esa vida cotidiana. El estudio sistemático del
pensamiento filosófico permite adquirir el instrumento para asumir una actitud
filosófica; algo que en alguna medida moldea la propia personalidad y determina
que, al abordar las argumentaciones que se formulan respecto de esas cuestiones,
cada uno se incline (aunque sea en forma primaria) a compartir algún
determinado sistema filosófico, o a componer un propio sistema personal, con
una combinación de lo que se ha estudiado con algunos conceptos personales.